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8 de noviembre de 2015

UN ALTO EN EL CAMINO

No digo nada nuevo si afirmo que vivimos en una sociedad hiperactiva.Admiramos a las personas que son medalla de oro en su profesión. Nos gusta estar informados de las últimas novedades, de los últimos inventos, de las últimas noticias.... Nuestra vida es un sinvivir por las responsabilidades que  tenemos tanto personales como familiares y sociales. Si en algún momento estamos tranquilos, nos parece que estamos perdiendo el tiempo y que descuidamos nuestra  profesionalidad. Por eso nos gusta una vida ajetreada, frenética, sin un momento de respiro. Y así cuando alguien nos dice algo, contestamos: No tengo tiempo; estoy a tope de trabajo. Consideramos que con ese frenetismo de vida somos personas más útiles, mejor preparadas, más competentes....
Es la forma de vida que, al parecer, nos exige la sociedad en que vivimos. Son tiempos en que la evolución se desarrolla a velocidad impensable y o te subes al tren o te quedas en el camino. Por eso, no pretendo criticar esta forma de vida de hoy. Sí me gustaría indicar lo interesante que resultaría si, de vez en cuando, hacemos una parada en el camino para orientarnos, valorar nuestra situación y tomar nuevas fuerzas para seguir adelante.
Nuestra hiperactividad es, algunas veces una escusa para no pensar, para no reflexionar, para no responsabilizarnos de nuestra situación en la vida. Es de suma importancia el pensar, al menos de vez en cuando, de qué hacemos y cómo hacemos, para poder orientar correctamente nuestro trabajo.
Es la hora de nuestra reflexión para sopesar nuestra actividad, ver qué queremos, tomar nuevo impulso con más fuerzas y seguir compitiendo con la mirada puesta  en esa medalla de oro.
Somos más útiles cuando trabajamos con orden, con constancia y con responsabilidad. Somos más felices cuando trabajamos para vivir, que cuando vivimos para trabajar.

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