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13 de noviembre de 2014

¿QUIEN ES EL RESPONSABLE DE LAS MISERIAS DE NUESTRO MUNDO?

Algunos intentan justificar la inexistencia de Dios argumentando que, si existiese Dios,  es imposible
que permitiese las diferencias económicas de los países y las miserias que  afectan  principalmente a los países y personas más necesitados.
 Buscamos un responsable y nos quedamos tan satisfechos deduciendo que Dios no existe puesto que  no podía permitir las calamidades que nos afectan en la vida.
Vamos a intentar razonar un poco sobre este tema.
¿Quién es el responsable de nuestras desigualdades económicas, nuestras enfermedades, nuestra
pobreza, nuestra angustia en la vida...?
Partimos de la misma premisa que fundamenta el argumento antes dado: Dios no es causa del mal ni de las calamidades que afectan a nuestras vidas .
 Sin embargo, vemos que  hay familias que no pueden comer, niños que mueren por enfermedades, personas sin formación intelectual, sin trabajo....
Dios creó el mundo y lo puso a disposición del hombre para que fuese satisfaciendo sus necesidades utilizando todo lo que El había creado.
Y todo era bueno.
El comportamiento humano es el que, poco después, comenzó a desear cosas para acaparar y crearse
un dominio sobre los demás que carecían de esas cosas. Así comenzaron las desigualdades de los
hombres. Los que tenían, sometían a los que no tenían. El que más tenía era el que dominaba.
Esta pauta de comportamiento es la que hemos seguido y, lo que, en principio, era una pequeñez,
porque las posibilidades de acaparamiento era mínimas en comparación de los bienes naturales
que había, con el tiempo, se ha llegado a las grandes diferencias económicas, intelectuales y sanitarias de nuestros días. Hasta el punto de que existen muchísimos seres humanos que no pueden disponer de esos bienes que Dios ha puesto en la tierra porque otros hombres se los han apropiado para satisfacer un poco su afán de poseer.
Cuando se inventó como artículo principal de cambio el dinero, fue algo muy bueno porque había
una medida que podía servir de norma para valorar las demás cosas. Sin embargo, favoreció a los
ambiciosos ya que no tenían que preocuparse de acaparar otra cosa que dinero y con el dinero podían
comprar todo lo demás . Ahora nos encontramos con grandes fortunas que acaparan casi todo lo
que desean. Igualmente nos encontramos con personas, familias, poblaciones y naciones que carecen
de los medios más elementales para vivir. Nuestra ambición es tan grande que no nos conformamos
con tener nuestras necesidades humanas solucionadas, queremos más y más y mucho más, sin darnos cuenta que, lo que nosotros acumulamos, son cosas que estamos injustamente privando a las otras
personas que tienen tanto derecho como nosotros sobre esos bienes.
 A la vista está la ambición de los Bancos por tener cada año más beneficios, los políticos corruptos por apropiarse de lo que no es suyo, las empresas y, por qué no, cada uno de nosotros aunque sea en menor proporción.
Por ésto hay mucha personas que no pueden solucionar sus necesidades más elementales. Por esta
desigualdad que estamos causando existe el hambre, la falta de formación, las enfermedades consecuencia de la falta de alimentos y de dinero para obtener medicamentos...
 ¿Responsables?... Nosotros, no Dios. Nosotros somos los responsables por el mal uso de nuestra libertad, por nuestra ambición de propiedad, por nuestro egocentrismo. Y cada uno de nosotros daremos cuentas a Dios por el uso y abuso que hemos hecho de nuestra libertad durante esta vida. La justicia humana puede fallar y falla de hecho; pero, no dudemos que por la Justicia Divina tenemos que pasar todos sin excusa ni dilación.
No merece la pena acumular fortuna con la ambición de poseer más. Lo primero porque no sabemos
cuanto tiempo vamos a poder disfrutar de esa fortuna. En cualquier momento se nos puede terminar
nuestro tiempo aquí y tenemos que dejar todo y pasar a la otra vida. Si nuestro tiempo lo hemos
empleado en asegurarnos una fortuna para nosotros, sin mirar a nuestros semejantes que están junto
a nosotros, ¿qué podemos decir a Dios?..." Mira, he reunido muchísimo dinero, casas,terrenos, negocios, etc... que se han quedado en la tierra en manos de mis hijos. Eso sí, no he dado un duro a nadie ni me he preocupado por otro que por mí mismo y lo estaba pasando muy bien hasta que Tú
me has llamado para darte cuentas y seguir viviendo aquí. Todo lo tengo en la tierra. Ni me acordaba que tenía que venir aquí ni me imaginaba que Tú existieses".
¡Qué barbaridad!  Si este hombre hubiese empleado su riqueza en satisfacer incluso sus capricho y
hubiera solucionado los problemas de alguno de sus vecinos necesitados; al menos hubiera tenido
algo que le hubiera justificado la vida terrena... "Mira, con el dinero que he reunido en la tierra, he ayudado a unos pocos que estaban necesitados. Ya sé que no he sido justo, pero, al menos, he dado
al necesitado".  Ya cambia un poco la situación. Esas pocas obras buenas es lo que ha llevado de
esta vida y lo que le sirve de propiedad en el cielo.
¿Por qué no somos un poco más generosos? ¿De qué nos sirve el dinero si no lo compartimos con
quien lo necesite? Esta situación que he comentado es una situación real, es una situación diaria.
Seamos prácticos: Dios ha creado todo lo que existe para nuestro uso y para satisfacción de nuestras
necesidades. Usemos correctamente de ello y compartamos con las demás personas que lo necesiten.
Lo único que nos va a servir realmente es lo que hagamos por nuestros semejantes. Dios existe y es
nuestro Padre. Todo lo hace bien y por nuestro bien y no puede desearnos el mal. El mal lo conseguimos nosotros poco a poco, usando mal de la libertad que nuestro Padre nos ha dado.
Nosotros somos los responsables de las miserias de nuestro mundo y en nuestras manos está el
intentar solucionarlas, ayudando a los que las padecen. Con esta ayuda, curiosamente, somos
nosotros  mismos quienes nos ayudamos y beneficiamos.


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